LA PAZ POR LA ESCUELA (DENIP 2024)
Publicado de José Tuvilla en Cultura de paz · Lunes 29 Ene 2024 · 10:30
Tags: Pierre, Bovet, Salvador, Escarrré, Llopis, Rafael, Altamira
Tags: Pierre, Bovet, Salvador, Escarrré, Llopis, Rafael, Altamira
LA PAZ POR LA ESCUELA (DENIP 2024)
En esta entrada, con motivo del Día Escolar de la No-violencia y la paz, se recogen algunos textos de importantes pedagogos de su época sobre la importancia de poner la escuela al servicio de la paz.
La Oficina Internacional de Educación (OIE) fue fundada en 1925 en Ginebra, como organización privada no gubernamental. En 1929, con nuevos estatutos que le permiten abrirse a la participación de los gobiernos, se convierte en la primera organización intergubernamental en el campo de la educación.
Organizada por la Oficina Internacional de la Educación se celebró en Praga del 16 al 20 de abril de 1927 la Conferencia "La Paz por la Escuela". España estuvo representada por D. Rafael Altamira y D. Julio Mangada. Pierre Bovet (1), Director de la OIE, redactó el informe bajo el título mismo del evento que fue publicado en varios idiomas. Esta obra es muy significativa para todos los educadores para la paz. En sus páginas se recogen, ampliamente, las aportaciones de los pedagogos de la época, sus preocupaciones, reflexiones y acciones en el campo de la educación para la paz.
Pierre Bovet, participó en la Conferencia, con la ponencia "Algunos problemas psicológicos de la educación para la paz"(2), de cuyo texto extraemos la siguiente cita:
Así, la educación por la paz nos parece que supone e implica a la vez la educación moral (la lucha contra el mal), la educación social (una iniciación en la solidaridad), la educación religiosa (un conocimiento más alto del Padre celeste y de la familia humana).
(1) Pierre Bovet, director del Instituto Jean-Jacques Rousseau de Ginebra entre 1912 y 1944, y director de la Oficina Internacional de Educación entre 1925 y 1929, fue también un referente importante para los educadores españoles pensionados por la Junta para Ampliación de Estudios. Fue un activo dinamizador de acontecimientos pedagógicos internacionales relacionados con la Escuela Nueva y la Educación para la Paz. Su obra El instinto luchador, que se publica en la traducción castellana de Domingo Barnés, aborda precisamente el problema de la formación del carácter moral y la educación pacifista, aspectos que Bovet estudia partiendo de la naturaleza instintiva de la lucha en los niños. Llama la atención a los educadores sobre la necesidad de conocer las manifestaciones de ese instinto luchador para canalizarlo, desviarlo o sublimarlo, poniéndolo al servicio del Bien.
(2) Se recomienda la lectura de la obra de P. Bovet "El Instinto luchador"
A la Institución Libre de Enseñanza (ILE) (1) se debe la introducción en España de las más avanzadas
teorías pedagógicas, entre las que destacan las ideas y experiencias de representantes de la Escuela Nueva y de la No violencia, como Ovide Decroly, John Dewey, María Montessori y León Tolstoi. Gracias a la ILE y a las acciones y obras de sus principales miembros, la educación para la paz encuentra su primer germen en nuestro país.
La Primera Guerra Mundial favoreció la preocupación de muchos intelectuales por la necesidad de la construcción de la paz, conscientes de que los tratados de 1919 si bien habían terminado con la guerra, no habían traído la paz, porque habían generado muchos conflictos; por ello, abogaron por la construcción de la paz a través de la educación. Uno de estos intelectuales y pedagogos vinculados a la ILE fue Rodolfo Llopis que Director General de Primera Enseñanza desde 1931 a 1933, puso en marcha una de las más ambiciosas reformas educativas que nuestro país ha vivido y que quiso dotar a la República de la mejor generación de maestros y maestras que este país había tenido nunca. Para Llopis el mejor instrumento para el desarme moral se encontraría en la escuela, encargada de liberar las conciencias con el fin de ganarlas para la paz. Por lo tanto, se tenía que trabajar para generar un cambio en la educación. En primer lugar, era importante cuidar el tipo de libros que se ponía en manos de los niños. Después estaría el asunto de los juguetes “guerreros”. En tercer lugar, había que tener en cuenta la transformación de los juegos y deportes para convertirlos en ejercicios de “verdadera fraternización”, fomentando la solidaridad. Este principio, asociado a la educación, además, estaba recogido en la Constitución, y se repetía en las circulares emitidas por el Ministerio de Instrucción Pública. Sus ideas pacifistas se encuentran en "Hacia una escuela más humana" de la que extraemos la siguiente cita:
Si se pretende que el niño de hoy acabe con las guerras futuras, hay que hacer en la escuelas una verdadera educación pacifista. ¿Habrá que añadir acaso a los programas escolares, tan recargados ya y tan absurdos, una nueva enseñanza: la enseñanza del pacifismo? Nada de eso. Lo que hay que hacer es que todas las enseñanzas estén impregnadas de espíritu pacifista, que en la escuela y en la familia viva el niño en un ambiente de paz... Una educación pacifista supone que el niño en la escuela hace el aprendizaje de la Libertad y de la Justicia y se acostumbra a practicar la fraternidad, que ha de unirle mañana a los demás hombres...
De la escuela, deshaciendo los prejuicios sociales, hay que eliminar todo lo que dificulta la paz y hay que cultivar con gran cariño cuanto la favorezca. En la escuela hay que estudiar serenamente la situación nacional de los pueblos, conocer el mecanismo de las relaciones internacionales, poner de manifiesto las verdaderas y pro- fundas causas de las guerras, a fin de formar una fuer- te voluntad capaz de resistirlas. Y al mismo tiempo hay que utilizar cuantos medios estén a nuestro alcance para que la personalidad del niño pueda elevarse algún día hasta llegar a ser conciencia de humanidad. En ese sentido lo que se hace ya en algunos países-intercambio de escolares, correspondencia internacional, etcétera-no puede ser más prometedor.
(1) Léase el artículo de Tuvilla publicado en el número 43 de la revista "EL ECO DE ALHAMA".
En el inmenso desierto para la educación para la paz que supuso la dictadura franquista, junto a la iniciativa de Lorenzo Vidal y su propuesta de celebración del Día Escolar de la Noviolencia y la paz de 1964, encontramos la obra del también inspector de educación Salvador Escarré Batet. Este autor fue maestro de Cabra del Camp. En 1968, se le concedió la encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio por su labor como Inspector Jefe Provincial de Alicante durante más de 20 años. Escribió en 1962 la obra "Educación para la paz en el mundo". En dicha edición se recoge que el Ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno español ha solicitado de la Organización de las Naciones Unidas la publicación de un resumen de este libro, con el título de "El problema de la Paz". Una lectura atenta de esta obra permite encontrar, aunque no existe referencia alguna en el texto, de las aportaciones de los pedagogos de la Escuela Nueva, así como algunas ideas de los institucionistas (ILE). Con influencias católicas, la obra es de interés ya que aporta ideas, propuestas y acciones necesarias para construir la paz a través de la educación. Este libro recopila un total de 81 artículos en los que se tratan temas diversos como el trabajo y la paz, el deporte y la paz , el papel de las madres... Del libro, en su artículo titulado "Acción de la escuela a favor de la paz", se extrae la siguiente cita:
La Escuela tiene una misión formativa que constituye la verdadera base y esencia de toda su actuación, ya que la labor docente e instructiva tiene una importancia mucho más secundaria y en todo momento ha de constituir el eficaz instrumento para la consecución de aquélla.
Esta tarea educativa abarca todo el campo vital de los diversos intereses de la personalidad psicológica de la infancia, de la adolescencia y de la juventud. Es indiscutible que dentro del expresado campo el sector de la formación moral, religiosa y social de aquélla, ocupa o por lo menos debe ocupar, un lugar preponderante. Pues bien. integrando este sector tan importante de la perfecta educación de la infancia y de la adolescencia, debe figurar, sin ninguna clase de duda, la formación acertada de las mismas para la paz del mundo, ya que esta formación, cuando está bien orientada, se nos presenta íntimamente unida a la perfecta educación moral, religiosa y social, puesto que con ellas tiene innumerables puntos de enlace y de intima unión..
Lo único que falta es el procurar que la expresada formación adquiera dentro del indicado sector aquella relevancia y realce que le corresponde por su reconocida y gran trascendencia.
Por consiguiente, el Maestro procurará utilizar todas las ocasiones propicias, todas las materias más adecuadas y afines dentro de la enseñanza, para llevar a cabo entre sus alumnos la menciona- da educación para la paz. Quizá las ocasiones más propicias se le van a presentar con la enseñanza de la Geografía y de la Historia y también con motivo de numerosas lecciones ocasionales en relación con los acontecimientos de importancia mundial que casi diariamente llenan las páginas de nuestra Historia contemporánea.
Rafael Altamira Crevea fue un humanista, historiador y americanista; pedagogo, jurista, crítico literario y escritor español. Estrechamente vinculado a los proyectos de la Institución Libre de Enseñanza, alumno y amigo de Francisco Giner de los Ríos, fue secretario del Museo Pedagógico Nacional. Fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz en 1933 a raíz de sus esfuerzos por evitar el belicismo. La propuesta fue firmada por gran cantidad de intelectuales españoles y europeos.
Los problemas de la paz mundial, las especulaciones teóricas sobre las causas de las guerras y sobre los medios de eliminar la fuerza y la violencia en las relaciones internacionales, ocupan una dimensión destacada en la obra y en la vida pública de Rafael Altamira, construidas básicamente desde su condición de historiador, desde su vocación americanista y desde la elaboración y divulgación de unas doctrinas pacifistas que potenciarán su personalidad hasta el plano de las organizaciones internacionales.
En 1923, fue publicada su obra "Ideario pedagógico", por la editorial Reus que recoge los artículos publicados sobre pedagogía desde 1888. Para esta ocasión, se extrae la cita del artículo titulado "El problema de nuestra cultura":
Las dos bases fundamentales de la paz social son la justicia y lo que llamamos convencionalmente la cultura, es decir, la instrucción y la educación.
La verdadera paz, la que puede ser legitima garantía para todos, es la que se asienta sobre la satisfacción interior de la mayoría, y digo de la mayoría, porque siempre existirá una minoría descontenta mientras haya en el alma humana, aparte anhelos de mayor perfección, envidias, ambiciones, orgullo y holgazanería. Pero esa satisfacción no se logra sólo con la justicia, entendida, a lo menos, como las circunstancias actuales y las cuestiones planteadas en nuestra vida nacional predisponen a que se entienda: como protección de la libertad y la seguridad personales y como reconocimiento de todas las peticiones fundadas de los explotados o los pobres. Para que sea cumplida-y aun diré para que llegue a producirse como estado de espíritu, es preciso, además, que el hombre la comprenda, se haga cargo de sus razones y orígenes y se conforme, racionalmente, con el imperativo categórico de la realidad, que siempre está lejos, cuando no en oposición, con los anhelos humanos. La misma justicia, que es relativa en muchísimos casos, necesita ser comprendida en su motivación para recibirla sin protesta en ciertas ocasiones.
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reseña
Concepción J Alvarez
Lunes 29 Ene 2024
Muchas gracias por los textos citados y por las obras. ¿Dónde pueden adquirirse o leerse los libros referenciados? Un cordial saludo